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Amigo, poeta y terapeuta

Publicado en La Razón

«Ya existen algunos tipos de IA que reparan las pequeñas y grandes tragedias sentimentales de las personas, con mayor soltura que las propias personas»

Hace unos días, en un almuerzo de amigos, alguien propuso tirar de sentido del humor y hacerle una consulta a ChatGPT sobre su estado anímico. «Me encuentro solo y triste», escribió. Nos reímos…, pero la respuesta nos sobrecogió: «Lamento que te sientas así. No estás solo. Estoy aquí para escucharte. ¿Quieres hablar sobre lo que te pasa? A veces compartir lo que sentimos puede ayudar a aliviar un poco el peso». Asombrados todos, cada comensal intentó ponérselo un poquito más difícil a la inteligencia artificial, interrogándole sobre un miedo, una pena o una angustia; ella nos respondió uno a uno, no solo con sentido común, sino con algo que, de haber sido un ser humano, hubiéramos interpretado como cariño o, al menos, como delicadeza extrema. Un terapeuta no lo habría hecho mejor.

Resulta estremecedor reconocerlo, pero ya existen algunos tipos de IA que reparan las pequeñas y grandes tragedias sentimentales de las personas, con mayor soltura que las propias personas. Leí en un artículo de la BBC que una joven china no podía prescindir de la recién lanzada en su país, DeepSeek, porque tras la muerte de su abuela, la consoló tan extraordinariamente y la conmovió tanto, que ya no buscaba más recomendaciones que las suyas; por eso, cada noche, antes de dormir, abría su DeepSeek y se regalaba sus «sesiones de terapia». La IA le aconsejaba, le ayudaba a reflexionar, a valorar perspectivas… En definitiva, le proporcionaba un imbatible apoyo emocional. Son muchos los jóvenes chinos que han encontrado «un amigo» en la hiper empática DeepSeek. Y no es extraño: La aplicación está siempre, lo sabe todo y, por si fuera poco, cuenta con herramientas para facilitar respuestas juiciosas, agradables e incluso poéticas. En el almuerzo de Madrid, una de las participantes se atrevió a ir más allá y le preguntó a ChatGPT cómo podría decirle a su marido, con tacto y poéticamente, que esa noche no tenía ganas de sexo… Esta fue la respuesta que recibió: «Hoy mi cuerpo es un río sereno, que necesita fluir sin olas ni tormentas. No es falta de deseo, sino un descanso del alma. Abrázame esta noche, sin prisas ni exigencia, y cuando mi marea vuelva a subir, seré toda tuya otra vez». ¿Que no es Carl Rogers ni tampoco Neruda? Denle tiempo.

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