Publicado en el suplemento de salud de La Razón
Entrevista a la doctora Jara Valtueña, médico especialista en Dermatología Médico-Quirúrgica, PhD, y Nutricionista Directora médica de LO MAS. Recoletas Salud
¿Qué son los exosomas?
Los exosomas son pequeñas vesículas extracelulares liberadas por las células. Juegan un rol importante en la comunicación celular, ya que transportan una variedad de moléculas, como proteínas, lípidos y ARN, que pueden influir en la función de las células diana sin necesidad de contactar con ellas.
Se empiezan a utilizar en tratamientos para la piel, pero ¿los encontramos en los alimentos?
Efectivamente, vamos hacia una medicina regenerativa y antiaging, y los exosomas se están utilizando en dermatología y medicina estética como estimuladores y regeneradores de colágeno y elastina. También para potenciar el crecimiento capilar. Pero tanto o más importante es cuidarnos desde el interior, en donde la nutrición juega un papel esencial. En este ámbito, los exosomas están comenzando a captar atención, pero su presencia en los alimentos es un tema todavía poco conocido y en desarrollo.
¿En que alimentos se encuentran?
Entre los alimentos que contienen exosomas se encuentra la leche, raíces y tubérculos con almidón, nueces, semillas y frutas, pero cada vez hay más evidencias que apoyan la aparición de vesículas similares a exosomas en otros alimentos. Frutas y verduras como la zanahoria, el pomelo, la uva, el brócoli, la manzana, granada y naranja, así como el jengibre, entre otras, son también buenas fuentes de vesículas extracelulares similares a exosomas. Los probióticos presentes en alimentos fermentados, como el yogur o el kéfir, pueden estar asociados también con la producción de estos.
Según numerosos estudios sobre el aislamiento de los exosomas, los que están derivados de los alimentos parece que tienen un potencial papel beneficioso para la salud muy importante ¿Esto es así?
Efectivamente, estos exosomas pueden tener propiedades beneficiosas para la salud al influir en la comunicación y modulación celular del organismo. Tanto ellos como otras moléculas farmacológicamente activas presentes en los alimentos, presentarían un papel potencial en procesos de regeneración, inflamación e inmunidad del cuerpo humano. Sin embargo, la cantidad de exosomas de los alimentos que llegan a nuestros tejidos podría no ser suficiente para ejercer efectos bioactivos, algo que está en continua investigación. Actualmente se están desarrollando estrategias para mejorar los niveles de estas partículas dentro de los alimentos, que incluyen la leche animal y los vegetales, pero los estudios están todavía en fases iniciales y para entender su potencial y mecanismos de acción sobre la salud humana se necesita más evidencia.
Más allá de que debido a su absorción por las células intestinales y por su circulación por el torrente sanguíneo puedan llegar a órganos muy distantes, ¿es verdad que, esos exosomas derivados de alimentos podrían jugar un papel importante también en la modulación de la microbiota?
La microbiota juega un papel fundamental en nuestro cuerpo y en el buen funcionamiento del resto de órganos y tejidos. Numerosas investigaciones han demostrado que la dieta modula la composición y la función de esta microbiota intestinal; “somos lo que comemos”.
En el caso de los exosomas, los estudios indican que son absorbidos por los macrófagos intestinales y las células madre, modulando el crecimiento, la localización, la composición de la microbiota intestinal y sus metabolitos. Esto favorece una comunicación cruzada entre la microbiota intestinal y el sistema inmunitario, con citoquinas antiinflamatorias y antioxidantes que contribuyen al equilibrio homeostático y a la integridad de la barrera intestinal.
Estudios realizados con los exosomas presentes en la leche de vaca, indican que estos permanecen intactos en el tracto gastrointestinal y pueden ejercer un efecto inmunorregulador sobre este, extendiéndose sus beneficios al resto de órganos y tejidos. Estudios realizados en animales con nanovesículas de jengibre evidenciaron una inhibición de la colitis.
¿La investigación de los exosomas derivados de los alimentos está centrada ahora en el desarrollo de terapias seguras y específicas para el tratamiento de diversas enfermedades?
Sí, efectivamente, la investigación sobre los exosomas derivados de los alimentos se ha convertido en un área de interés para la investigación biomédica. Están siendo investigados como posibles biomarcadores para el diagnóstico, pronóstico y tratamiento de diversas patologías. El interés se centra en su potencial para desarrollar terapias seguras y específicas para tratar diversas enfermedades, aprovechando su capacidad para transportar biomoléculas, fármacos, y modular respuestas biológicas, que podría abrir nuevas vías para tratamientos dirigidos más efectivos y personalizados. Esta personalización, basada en las necesidades individuales de los pacientes, radica en que se podría incluir el uso de exosomas específicos que se adapten por ejemplo a la composición de la microbiota o a las características genéticas de un paciente. Al ser derivados de fuentes naturales, tienden a ser biocompatibles y menos propensos a causar reacciones adversas en comparación con terapias más convencionales. Esto es algo a tener en cuenta especialmente en el desarrollo de tratamientos que se dirigen a enfermedades crónicas, inflamatorias o autoinmunes. Los exosomas de la leche de vaca, por ejemplo, se están investigando como vehículo de administración de fármacos para la terapia basada en miRNA.
Los exosomas tendrían por tanto implicaciones significativas en el desarrollo de nuevas estrategias terapéuticas, aunque es un campo todavía en exploración e investigación continua, en donde debemos ir con cautela y aportando seguridad, ante todo.
¿Ese potencial terapéutico se destacaría en su posible aplicación de distintos tipos de cáncer, enfermedades gastrointestinales, esclerosis, artritis y otras enfermedades relacionadas con el proceso de inflamación?
Su aplicación en medicina es de especial interés y prometedor en múltiples áreas, no solo como terapia, sino también en el diagnóstico, como posibles biomarcadores de enfermedades, ya que se pueden obtener fácilmente de la sangre, orina, saliva o la leche materna, y su composición reflejaría las condiciones fisiológicas de la célula de origen y con ello del estado patológico del paciente.
Su potencial terapéutico se está investigando especialmente en los procesos oncológicos, en donde los exosomas pueden influir en el microambiente tumoral y en la comunicación celular dentro de los tumores; en las enfermedades neurodegenerativas como la esclerosis múltiple, en donde se ha observado que, por ejemplo, pueden participar en la eliminación de proteínas anómalas, disminuir inflamación y contribuir a la protección neuronal; en las enfermedades cardiovasculares, trastornos metabólicos, enfermedades inmunomediadas/inflamatorias o en la regeneración tisular pueden ser utilizados para regular la respuesta inflamatoria, mejorar la barrera celular y promover la recuperación. Además, su capacidad para encapsular fármacos permite su uso como vehículos para una terapia dirigida, minimizando efectos secundarios y mejorando la eficacia del tratamiento.
¿Y qué hay especialmente interesante en la recopilación de exosomas derivados de la leche en relación con la salud infantil?
Los exosomas y otras partículas extracelulares presentes en la leche, especialmente en la leche materna, están atrayendo un interés cada vez mayor por su potencial para transferirse al lactante y su papel en el desarrollo infantil. Se están investigando componentes bioactivos de exosomas en ella, y, aunque los estudios siguen centrándose en modelos animales, se espera que, varios de sus componentes, sean útiles en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades.
En el caso de la leche materna, sus beneficios a nivel general como fuente indispensable de nutrientes para el crecimiento y el desarrollo del bebé son bien conocidos. Sus exosomas contienen inmunoglobulinas, citoquinas y otros factores bioactivos que juegan un papel fundamental en el desarrollo del sistema inmunológico del bebé. Esto es crucial para proteger al bebé contra infecciones y enfermedades en sus primeras etapas de vida, modulando respuestas inflamatorias y contribuyendo a su desarrollo celular. La leche materna contiene un microbioma único beneficioso. Sus exosomas transportan moléculas que promueven la salud intestinal y la colonización de microbiota beneficiosa para el bebé, facilitando la maduración de su sistema gastrointestinal y disminuyendo inflamación. Igualmente se ha asociado con un mejor desarrollo cognitivo y emocional en los niños. Los exosomas podrían ser un mecanismo a través del cual estos efectos positivos neurológicos se producen. Además, los ARN mensajeros y microARN contenidos en los exosomas podrían influir sobre la expresión génica de las células del bebé, lo que conocemos como epigenética, y contribuir a su crecimiento y desarrollo.
En cuanto a la leche de vaca, los estudios indican que sus exosomas pueden ejercer un efecto inmunorregulador sobre el tracto gastrointestinal, extendiéndose sus beneficios al resto de órganos y tejidos.
Por tanto, se sugiere que los exosomas de la leche no solo tienen efectos a corto plazo, sino que podrían contribuir a la programación inmunológica y metabólica a largo plazo del individuo, estableciendo una base sólida para su salud futura.