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«El consumo excesivo de determinados alimentos puede ocasionar perjuicios considerables a la salud mental”

Publicado en el suplemento de salud de La Razón

Entrevista al doctor Jaime Adán, jefe Unidad Psiquiátrica, Hospital Ruber Internacional.

¿Existe alguna relación entre la alimentación y nuestra salud mental?

Mens sana in corpore sano. Sin duda, somos lo que comemos. Determinadas deficiencias nutricionales pueden ocasionar un claro impacto en nuestro estado cognitivo y emocional. Asimismo, parece que el consumo excesivo de determinados alimentos como los hidratos de carbono de absorción rápida (principalmente pan, patata, pasta, arroz y azúcares), puede ocasionar un considerable perjuicio a nuestra salud mental. Por el contrario, se ha observado que determinados alimentos como los ácidos grasos Omega 3 podrían ejercer un impacto positivo, aunque su mecanismo de acción todavía no está claro. Por otra parte, el sobrepeso, la diabetes y la dislipemia representan importantes factores de riesgo cardiovascular que contribuyen al desarrollo de enfermedades que afectan significativamente a nuestra salud mental.

¿Cómo influye la exactamente la alimentación en el estado de ánimo?

Como decía, somos lo que comemos. El cerebro se asemeja a una máquina que debe de contar con todos los elementos precisos para su adecuado funcionamiento. La ausencia de nutrientes ocasiona dificultades cognitivas y problemas emocionales que se correlacionan con un deterioro funcional generalizado del organismo. Por ejemplo, una alimentación basada esencialmente en el consumo de hidratos de carbono de absorción rápida parece favorecer las dificultades cognitivas, la desmotivación y el bajo estado de ánimo.

¿Es cierto que la dieta mediterránea se asocia a un riego reducido de depresión?

En la medida en la que se trata de una dieta equilibrada que incluye todos los ingredientes para el adecuado funcionamiento del organismo, podemos decir que sí. Asimismo, la dieta mediterránea protege frente a numerosos problemas de salud (incluyendo algunas formas de cáncer y las enfermedades cardiovasculares), lo que representa una forma de protección frente a problemas emocionales secundarios a estas patologías.

¿Entonces, ¿cómo es posible que haya tantos y sobre todo tantas deprimidas en nuestro país?

Esta pregunta es un poco trampa. Si bien hay muchos casos de Depresión en nuestro país, existe una clara tendencia al sobrediagnóstico de esta patología. Lo que sí existe es mucho sufrimiento emocional derivado de nuestro estilo de vida y de diferentes aspectos culturales (sociedad de consumo, individualismo, falta de proyecto personal, búsqueda de gratificación inmediata, etc.). Muchos de estos casos acaban diagnosticados de Depresión y acaban incluso siendo tratados con fármacos antidepresivos, pero este hecho puede ser entendido como una medicalización de la vida cotidiana.

¿Hay algún alimento/milagro que proporcione especial bienestar emocional?

No. Dentro de la tendencia social a encontrar soluciones técnicas e inmediatas a todos nuestros problemas, buscamos superalimentos u otras alternativas que nos ayuden a estar mejor de forma espontánea sin tener que hacer frente a la penosa tarea de hacernos cargo de nuestras circunstancias existenciales (ésta es la verdadera fuente del malestar emocional que acaba siendo etiquetado de Depresión). En ocasiones puede haber muchos intereses económicos y empresariales. Por ejemplo, el consumo de triptófano se asocia con una mejoría de la sintomatología depresiva. Sin embargo, esto solo es así cuando existe un déficit de este aminoácido, cosa extremadamente infrecuente cuando se lleva a cabo una dieta equilibrada. También se ha hablado de la Vitamina D en la Depresión. Los estudios publicados hasta la fecha apuntan a que podría tener un pequeño efecto beneficioso en aquellas personas que tienen un déficit de esta vitamina (aunque el déficit de Vitamina D no se ha asociado claramente con un riesgo aumentado de Depresión).

¿Y los mitos del chocolate y su capacidad para proporcionar sensación de felicidad?

El chocolate es un estimulante con potencial adictivo y puede generar un bienestar transitorio, como lo harían el té o el café (al igual que hay personas que no pueden evitar el café después de comer, hay quienes no podemos evitar esa onza de chocolate…). Además, parte de la sensación de bienestar que nos proporciona el chocolate puede derivar del azúcar que contiene (también altamente adictivo…).

Hay algún otro mito que derribar?

Solo insistir en que no hay milagros. Hay que hacer una dieta equilibrada y practicar ejercicio de forma regular. En general, no debemos buscar soluciones externas e inmediatas a nuestros problemas de ánimo sino hacernos cargo de nuestro sufrimiento y de nuestras circunstancias.

Pero sí existen algunos alimentos que pueden aumentar la ansiedad o empeorar la depresión, ¿no?

Una dieta basada en alimentos ultraprocesados y en hidratos de carbono de absorción rápida pueden ejercer un impacto muy negativo en nuestro estado de ánimo y en nuestra salud mental (y física) en general. Por supuesto, el consumo de alcohol puede (y suele) ocasionar importantes problemas a nivel emocional. Aunque en el momento de la intoxicación mejora nuestro ánimo y rebaja la ansiedad, su consumo habitual a medio y largo plazo tiene un claro efecto depresor y ansiógeno.

Al final parece que todo deriva en lo mismo: más vitamina D, más frutas, verduras y cereales integrales, proteína, que con su triptófano ayuda contra la depresión, sin olvidar la del pescado con sus aceites omega 3 y omega 6… Pero ¿es mejor comer poco y con regularidad o hacer ayuno intermitente para nuestra salud emocional?

No hay una evidencia científica clara que permita hacer una recomendación de este tipo. Algunas personas pueden encontrarse mejor. Otros sin embargo, pueden experimentar un efecto negativo. A pesar de la moda del ayuno intermitente, muchos nutricionistas a día de hoy siguen recomendando realizar varias comidas al día.

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