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Migrantes

Publicado en La Razón

«¿Por qué los políticos no les avisan de que han de respetar nuestras reglas si quieren jugar en nuestro terreno, y les explican que, si no son capaces, su integración será inviable?

Son el gran problema del mundo desarrollado, los hijos de la desigualdad del planeta, quienes vienen a salvar a las sociedades añosas y acomodadas de la vieja Europa, con su descendencia y su disposición a ocupar esos puestos que nosotros no queremos. Pero como llegan en tropel y nadie gestiona su entrada y en la Europa del bienestar no todo es tan bonito como se lo han pintado, y hay paro y necesidades, muchos los miran con recelo, como si les fueran a quitar el pan, la sal y las subvenciones. Y es cierto que, entre ellos, los hay pillos, que cogen el dinero de la subvención y corren, o se vuelven a su país con ellas bajo el brazo, e incluso delincuentes, que porque no encuentran trabajo o por su disposición natural suponen una amenaza…; pero la mayoría son buena gente que solo anhela una oportunidad en la vida, para poder vivirla. Proceden de lugares diferentes, con culturas diferentes y, muchas veces, religiones diferentes. Y nadie les expone lo que en sus países es taxativo: que la fe, las costumbres y la esencia del que viene han de adaptarse a las normas, ley y Constitución del país al que llega. «Si algo de tu forma de ser atenta contra ellas y no estás dispuesto a aceptarlas, no cabrás en el espacio al que pretendes pertenecer», deberían advertirles. ¿Por qué los políticos no les avisan de que han de respetar nuestras reglas si quieren jugar en nuestro terreno, y les explican que, si no son capaces, su integración será inviable? Los inmigrantes son asunto de todos y han de estar en todas partes, pero solo si admiten su obligación de amoldarse. Para que lo logren, el Estado, si los recibe, no puede desatenderlos, sino que ha de ofrecerles una formación que les mantenga ocupados (sobre todo a los menores) y les posibilite, luego, poder contribuir con sus trabajos (esos que tanta falta hace que alguien desarrolle y que nosotros no queremos atender) y sus derechos, iguales a los nuestros, a que nuestra sociedad (que solo así será también la suya) sea mejor.

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