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Una adolescente llamada Irene

Publicado en La Gaceta de Salamanca

Cree que los que no piensan como ella son fascistas, que si una ley no le sale bien es por culpa de los otros…

Tengo un amigo que dice que la tengo tomada con Irene Montero. Que a cualquiera le encuentro algo bueno mientras que a ella se lo veo todo «perverso». Puede que tenga razón. Desde hace tiempo Irene me enerva. Pero no porque me caiga mal como persona. Estoy segura de que en la distancia corta es encantadora. Y destaco entre sus valores, la vehemencia, el compromiso, la fidelidad a su familia, su convicción plena en sus actuaciones, pero… (los peros, matan, ya lo saben ustedes), es que esas mismas cualidades son las que me aterran de ella. Sus valores son tan radicales que le empañan la mirada. Siento que es incapaz de ponerse en el lado del otro. Y por eso me interesa poco su compromiso. Comprometerse debería incluir un análisis previo, no zambullirse de cabeza en un charco y adueñarse de cualquier causa. Creo. En cuanto a su fidelidad a la familia la hace digna de confianza…, pero es que esa familia ha sido demasiado determinante en su posición política, en sus juicios y en sus actuaciones. Y no me parece honesto. Tengo la sensación de que Irene se ha comportado como una adolescente, sin serlo. Y encima desde un ministerio delicado. Irene cree que el feminismo es solo suyo, que los que no piensan como ella son fascistas, que si una ley no le sale bien es por culpa de los otros… Cuando se viven esos años terribles (sí, terribles) de la adolescencia, donde se hacen cosas que a veces no se desean, buscando la pertenencia y el cariño, no es que esté justificada esa radicalidad, ese pretender tener siempre razón, ese no reconocer los errores, ese creerse que antes de uno nadie hizo nada…, pero a la edad de Irene y desde un ministerio, este tipo de comportamiento es inaceptable. Y hace mucho daño. Creo que se lo ha hecho muy especialmente a ese feminismo que considera de su propiedad porque no es capaz de entender que es cosa de todas las mujeres, independientemente de sus ideologías. Y no con mala intención, pero se lo ha hecho. Ahora que la dejan sin sitio, miren por donde, me da pena. Pero también reconozco que la marcha de Irene Montero me proporciona cierta tranquilidad. Espero que, si algún día vuelve a la primera línea de la política, lo haga con mayor madurez. Y entretanto, que luche a pie de base de partido y que disfrute de una vida más discreta. Quizás es lo que necesita. Ella y toda España.

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