Publicado en La Razón
No toda la culpa del aumento de las conductas agresivas entre menores la tiene el móvil, o los videojuegos. Hay otro factor que no queremos contemplar: la hiperprotección.
Cada vez vemos más agresiones de menores a menores ¿A qué obedece tanta violencia? Los expertos aseguran que tiene mucho que ver con esa “arma de destrucción masiva” que es el móvil. Ese aparato que nos ha abierto un mundo a todos y que nos sirve a los padres para ubicar a nuestros hijos en cualquier momento, contiene, a partes iguales, tantas maravillas como amenazas.
Se supone que la relación temprana de los niños con la pornografía más violenta los convierte en consumidores de un tipo de sexo nada natural, que incluye prácticas sadomasoquistas, grupales o de cualquier otra índole, sin duda inapropiadas para quienes comienzan a adentrarse en el mundo del sexo. Pero tengo algunas dudas.
¿Recuerdan que, durante mucho tiempo, se relacionaba el cine con la violencia de los chicos y hasta se alertaba de que pudieran replicar, qué sé yo, lo que veían hacer a los super héroes, y saltaran volando por las ventanas? Más adelante, las culpabilidades se extendieron a los videojuegos. Y ahora todo lo centramos en el móvil, donde caben videojuegos, películas y la pornografía más explícita.
Más allá de que esta última genere muchos extraños comportamientos juveniles con respecto al sexo, lo que me preocupa es que también exista otro factor que no queremos contemplar: la hiperprotección. Hemos hiperprotegido tanto a nuestros hijos, que creen que pueden hacer lo que les da la gana. Y encima saben que, si lo hacen a cierta edad, están libres responsabilidad. Habrá que revisarlo todo, empezando por los móviles, pero no se puede cerrar puertas al campo, ni a la tecnología. Y sí se debe valorar nuestro comportamientos de “padres helicóptero” y también la edad a la que los chicos tendrían que empezar a responder de sus actos…