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Perros y niños

Publicado en La Razón

¿Se piensa tanto en el niño como ahora se va a empezar a pensar en el perro?

No conozco en profundidad la ley de bienestar animal, pero sí hay más de un asunto en ella que me da para reflexionar. Verán, en esta sociedad nuestra que permite casi todas las modalidades posibles de reproducción o crianza, no de mascotas, sino de seres humanos ¿se piensa tanto en el niño como ahora se va a empezar a pensar en el perro? Más allá de que me parezca indispensable cualquier impedimento para que se maltrate a los animales, sean de compañía o sirvan a la cadena alimentaria (una cosa es que nos los comamos, como hacen ellos, y otra que los maltratemos para hacerlo, como hacen ellos, pero porque no saben actuar de otro modo y nosotros sí), ¿hay que hacer un cursillo para tener un perro y no para tener un hijo, salvo si es adoptado?

Dejando fuera la cantidad de maltrato infantil que existe por parte de padres y madres perversos, parece indiscutible que criar bien a un hijo es bastante más difícil que ocuparse de un perro, ¿no? Ahora que la ciencia posibilita que existan toda suerte de familias y que cada vez hay más niños que llegan al mundo gracias a óvulos y espermas donados por mujeres y hombres anónimos, ¿no deberíamos plantearnos, por ejemplo, que debería quedar registro del donante, aunque no tuviera responsabilidad sobre el nacido, como ocurre en Inglaterra, cuando el primer derecho de un ser humano es el derecho a la identidad? ¿O solo nos preocuparemos de saber de qué criadero proceden los perros, aunque ellos no pregunten, mientras los niños siempre acaben queriendo saber su procedencia biológica en algún momento de su vida?

Es como si ahora los hombres, mujeres, trans, perros, gatos y tortugas fueran antes que los niños. ¿No es inquietante?

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