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Ruptura sin motivos

Lo peor de salir con alguien que tiene que confirmar o desmentir su vida entera en las portadas de la revista es que tanto mientras se comparte la relación con esa persona como cuando se concluye hay que atender a los micrófonos sean oportunos o no, porque todo el mundo se cree con el derecho de opinar. Y algo hay. Me refiero a que, aunque la intimidad es una cosa sagrada, cuando alguien airea permanentemente su vida personal e incluso cobra por hacerlo o aprovecha su exposición pública social, para su rendimiento laboral al final ha de acostumbrarse a que cuanto diga o haga acabe en conversaciones ajenas. Bueno. Supongo que si se tiene asumido no pasa nada. Isabel Preysler lleva toda la vida en el escaparate y aunque en el se han expuesto los amores desamores, rupturas y toda suerte de movimientos emocionales tanto de ella como de sus parejas e hijos, la vida es una ley de compensaciones y a ella el asunto le debe de compensar. No sé si tanto a sus parejas, aunque, lo cierto es que la primera era mediática por si misma (Julio Iglesias), la segunda (marqués de Griñón) contaba con relevancia social propia, la tercera (Miguel Boyer) sabía lo que era estar en el foco mediático por el asunto de la política, y la cuarta (Mario Vargas Llosa) llevaba siendo protagonista en los medios literarios casi desde que empezara a escribir. Sin embargo, mientras los dos primeros eran, digamos, “carne de papel couché”, los dos últimos, eran supuestamente poco amigos tanto de las publicaciones rosas, como de ese brillo falso al que se llama glamur. Lo mismo les dio a ambos. Eran lentejas. Podían dejarlas o tomarlas. Y como había que tomarlas para estar con la reina de corazones, prefirieron hacerlo a tener que renunciar a estar a su lado. Hay quien dice que su último novio, el casi nonagenario Vargas Llosa, se sentía feliz posando al lado de su amada en cualquier photocall, y que ya tenía asumido que se hablara de ellos en todas partes. Lo que no se sabe es si también había aceptado tener que callar cuando ella se quedara sola en las portadas. Parece que no, porque después de que Isabel apareciera en su revista de siempre anunciando la ruptura y filtrando los motivos, el Nobel no ha dudado en confirmar la ruptura. Tampoco en desmentir los motivos aportados por Isabel. No los ha cambiado por otros. Simplemente ha dicho que no existen. Algo tenía que decir y lo sabía. Veremos si, a partir de ahora, cuando ya nadie se lo va a exigir, se confirma o se desmiente si le gustaba o no hablar para los medios sociales.

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