Hablo con Marta Robles en una de estas mañanas de diciembre. Mientras caemos inevitablemente hacia la Navidad (un lugar sin escapatoria), la periodista de larguísima trayectoria me cuenta cosas de su último libro, ‘Lo que la primavera hace con los cerezos’, publicado por Espasa.
Ya había tenido una larga conversación con ella a propósito de ‘Pasiones carnales’, hace poco más de un año, donde el amor, o quizás el sexo, se explicaba como una de las pulsiones cercanas al poder, como una herramienta a veces, como una fuerza imparable y caótica en otras, como un elemento imprescindible para entender el curso de la Historia.
Pero esta vez, es diferente, me dice Marta Robles. Su nuevo libro, unas quinientas páginas, ofrece todo un catálogo de las diferentes formas de amar. Muchas de ellas, por no decir todas, complejas, difíciles, incluso torturadas. Lo que Marta Robles ha querido contar es cómo el amor (y desde luego el desamor) influye en los grandes creadores. Se trata de analizar esa relación con el arte, de penetrar en los secretos que explican algunas uniones quizás inesperadas. Se trata de ver cómo el desamor, el desengaño, también ha actuado muchas veces como un gran impulso para la creación.
Esta especie de ‘Ars amandi’ de Marta Robles muestra el lado imprevisible e incluso peligroso del amor, como en Ovidio. Refleja también la característica más representativa (y vertiginosa) del amor: el deseo. El amor es para la autora un lugar difícil de controlar, un territorio abierto a la sorpresa y al secreto, efímero a veces, como la flor de los cerezos. Y, al ser efímero, es necesario que los amantes estén atentos a su llamada. Por el deseo brota como una floración, como un estallido de belleza. Robles toma el título de un conocido verso de Neruda. Y el propio Neruda forma parte del texto, aunque su retrato no sea precisamente muy positivo.
El amor y la creación han mantenido a menudo una batalla. Se han convertido en objeto de una guerra, de un dolor, o de una extraña resignación. Marta Robles no cree que todo lo que se relaciona con la creación tenga que ver finalmente con el sexo, como, al parecer, decía Freud. Dice Robles que «el amor y el desamor son mucho más poderosos que la sola pasión sexual», porque, subraya, «la pura pasión dura apenas nada». Y, en cualquier caso, apunta también, las mujeres lo han tenido mucho más difícil que los hombres, pues «no es sólo que el sexo les estuviera vedado durante siglos (sigue estándolo para muchas en demasiados lugares del planeta), es que también tenían prohibido pensar en él o intentar que les provocara placer».
La historia de la relación del amor y el desamor con los grandes creadores es fascinante, a veces ingrata, difícil de entender. Muchos de esos amores fueron trágicos, casi inexplicables. Difíciles, sí, en cualquier caso. Turbulentos, volcánicos, en exceso sumisos o directamente entregados a la infidelidad. Y de ellos ha salido la parálisis y el dolor, pero también la creación desenfrenada, como quien se libera de ataduras, o como quien se venga del destino mediante una erupción maravillosa de creatividad y belleza.
Muchos de ellos, hoy, no serían comprendidos. Ni aceptados, Los tiempos cambian. Marta Robles cree que la cultura de la cancelación pude llevarnos a territorios demasiado oscuros, así que piensa que, a la hora de conocer las historias que componen este abigarrado catálogo de amores, es necesario separar lo artístico de lo personal. Pero no por eso se puede ignorar, por ejemplo, cómo fue la actitud de muchos con respecto a las personas que presuntamente amaban. Algunos de los personajes que aparecen en este libro no son descritos de una manera positiva. El viejo concepto del malditismo en torno al mundo artístico se deja ver en muchas de las vidas explicadas por Robles en este gran fresco de los amores en torno al arte. Aquí hay mujeres fatales, un concepto siempre próximo a la literatura, pero también «maniáticos, fetichistas y depravados», dice, y también «misóginos, maltratadores, machistas y ¿malvados?». Como se ve, el viaje al interior de los amores y desamores de los grandes creadores es apasionante y ofrece rutas muy diversas, incluso casi desconocidas. Marta Robles dedica a algunos de ellos un buen número de páginas. Son sus historias predilectas.
La primera descripción del amor, con sus elementos físicos y químicos, pertenece a Safo de Lesbos, de la que, sin embargo, Robles habla al final. El amor en Grecia y Roma ha sido considerado a menudo más libre del que luego fue vigilado por la religión, controlado y modelado, pero lo cierto es que, explica Marta Robles, esa sensación de libertad absoluta en torno a los asuntos del amor en la época clásica está muy lejos de ser real: no, al menos, para las mujeres, cuya situación no podía ser comparada a la de los hombres en aquel tiempo, como no lo ha sido, en realidad, a lo largo de la Historia.
‘Lo que la primavera hace con los cerezos’ permite al lector un viaje apasionante por el arte y por las relaciones amorosas, con gran detalle, con mucha pasión. Marta Robles ofrece, como decimos, un paisaje de diferentes épocas en las que asistimos a esa compleja y a veces turbulenta relación entre el amor, el sexo y la creación artística.
Le pregunto si el donjuanismo, que ha caracterizado cierto tipo de literatura, es una forma de machismo. Me dice que lo es, pero eso no quita que el mito de Don Juan se convirtiera pronto en uno de los más poderosos globalmente, quizás por lo que mostraba. Con él se inicia este libro, con Tirso de Molina, con Zorrilla, con ¡Mozart!, Molière o Lord Byron. Es uno de los mitos potentes y establecidos que han movido cierta literatura, pero en el conjunto de este libro Marta Robles parece sentirse mucho más inspirada por los atormentados. Por el amor que duele. Y así, la historia tormentosa de Frida Kahlo y Diego Rivera es quizás una de las mejores que podemos leer en estas páginas. La extraordinaria historia de superación de Frida, presa del dolor y de la parálisis, el amor complejo con el difícil Diego, las relaciones vertiginosas. Aquí descubrí, igualmente, la vida de Salgari, que, en este contexto, sorprenderá al lector. Y qué decir de Larra, o de Sid Vicious y Nancy… un relato crudo como pocos. Y, por supuesto, Marilyn Monroe, tan incomprendida. Tan zarandeada por el amor y por el poder. Tan sometida a la fragilidad del éxito, al dolor que también puede acarrear la belleza.
Libro apasionante, en fin, sobre la propia pasión. Libro enciclopédico, donde descubrir las relaciones con el amor y el sexo de Simenon («el hombre de las diez mil mujeres»), de Patricia Highsmith, los mundos oscuros de Caravaggio, o de Anne Perry, las turbulencias amatorias de Gertrude Stein y Toklas, de Wilde y Douglas, de Virginia Woolf y Vita Sackville-West… ¡Y los más promiscuos!, según Robles: Lope de Vega, Galdós, Hemingway… La procelosa correspondencia, como entre Joyce y Nora… En fin. El catálogo es profuso y brillante. No se lo pierdan.
Back to Blog