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Marta R

Publicado en elCorreoGallego

¿Recuerdan a Marta Robles? Pues claro. De esta periodista que parece gozar del don de la ubicuidad, dado el número de medios donde ejerce, comentamos hace una temporada un encendido volumen llamado Pasiones carnales que dio entonces muchísimo que hablar. Allí se contaba (así lo decía el subtítulo) de los amores de los reyes que cambiaron la Historia de España. Y se analizaban cuestiones tan curiosas como que la Reconquista tuvo su inicio real en una violación, o cómo Fernando el Católico se inflaba a cantaridina, el primitivo viagra, con tal de dejar preñada a su segunda esposa. Pues hete aquí que nuestra autora vuelve a echar mano de las pasiones en un nuevo libro, editado, como de costumbre en su caso, por Espasa, que se llama Lo que la primavera hace con los cerezos (una cita del poema 14 de Veinte poemas de amor y una canción desesperada de Pablo Neruda), dándonos a entender que eso exactamente es lo que le hace el amor a los creadores. Pues de eso va. De la relación entre los sentimientos, las emociones y la creación artística. Y de entre las algo más de sus 500 páginas vamos entresacando ejemplos concretos y muy famosos. Así, nos encontraremos con los fundadores del donjuanismo, Tirso de Molina y Mozart entre ellos, o con Frida Kahlo y Diego Rivera, o con Víctor Hugo, o con Sid Vicious y su Nancy Spungen, o con Enrique Jardiel Poncela

CRÓNICAS SUBIDAS DE TONO. Aquí hay historias que hicieron correr litros de tinta y que fueron motivo de escándalo, a veces francamente sangrante. Episodios como los de Virginia Woolf y Vita Sackville-West (no veo la hora en que se reivindique de una vez por todas a esta valiosa mujer, eje del Grupo de Bloomsbury; les recomiendo, con verdadera urgencia, su biografía de Juana de Arco), o el de Oscar Wilde y Alfred Douglas, o la crónica sobre el poeta beat William Burroughs (colega de Ginsberg y de Kerouac y maestro de Bob Dylan), que llegó a asesinar a su mujer, Joan Vollmer, o las aventuras y desventuras de los grandísimos poetas Paul Verlaine y Arthur Rimbaud, o la relación alcohólica y violenta entre otros dos gigantes, Dashiell Hammett Lillian Hellman. Pero lo que sí resulta novedoso (o, al menos, lo fue para mí) es la ligazón entre Josephine BakerLa Venus de Ébano, que hizo historia en el Follies Bergère y que ejerció de espía, y el que se convirtió en su secretario, Georges Simenon. En el texto aparecen reivindicaciones muy significativas, como la de Borges: “A los académicos no les interesa el género negro porque no es lo suficientemente aburrido”. O la de Gide: “Es el mayor, quizá, y el más auténtico novelista de cuantos tenemos hoy en la literatura francesa…” Apasionante…

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