Publicado en La Gaceta de Salamanca
SIN tetas hay paraíso, humanidad y belleza. Lactancia aparte, las tetas son un reclamo sexual, un juguete para el sexo del que la naturaleza ha tenido a bien dotarnos a las hembras humanas, que somos el único animal que las mantenemos abultadas antes y después de la lactancia. Que nos divirtamos más gracias a ellas e incluso que les procuremos a través suyo alguna diversión a los otros, si nos apetece, me parece bien; otra cosa es que me indigne que ellos las utilicen para establecer nuestro mayor atractivo y algunas versiones del feminismo pretendan convertirlas en símbolos de los derechos de las mujeres. La feminidad, señoras y señores, no está en las tetas. Se puede ser mujer y divina sin ellas. Y reivindicar derechos femeninos sacándolas a pasear, como si se equiparase ser mujer con tener tetas, estigmatiza a las que tienen menos pecho del que imponen los cánones (tantos complejos, tantas operaciones, tanta importancia a las tetas), a las que han tenido que someterse a una mastectomía y no han querido o no han podido ponerse una prótesis y a las que, simplemente, no les gusta exhibirlas porque consideran que forman parte de su más estricta intimidad. Por eso me ha molestado que la canción de Rigoberta Mendini, en el Festival de Benidorm, las utilizara como gancho para atraer al público… Dejad de jugar con las tetas. Ni la belleza ni los derechos ni la feminidad dependen de ellas. Y mucho menos la humanidad, esa capacidad para sentir afecto, comprensión o solidaridad hacia las demás personas, que está en el cerebro o en el corazón y que depende de lo espiritual y no de lo físico. A mí me parece perfecto que las tetas formen parte de la vida y que quien se sienta a gusto las muestre más o menos durante la lactancia o fuera de ella; pero dejemos de darles todos, esa importancia capital: Los censores, que las ocultan en las redes, los hombres que a veces no ven más allá de ellas, las mujeres que necesitan enseñarlas para sus reivindicaciones de tipo social, sexual y hasta medioambiental. De verdad. Sin tetas claro que hay paraíso y humanidad y belleza. Y el empoderamiento femenino no consiste en sacar los pechos fuera “al puro estilo Delacroix”. Ahora bien, si tengo que defender algo de la canción que no fue seleccionada y de su discurso trasnochado sobre las tetas es que al menos, a partir de ahora, muchos y muchas sabrán quien era Delacroix y que comparada con la ganadora, “SloMo” y su “la reina, la dura, una bugatti (…)/Yo vuelvo loquitos a todos los daddies”, que provoca bochorno, su letra es casi poesía. Así está el nivel.