Publicado en La Gaceta de Salamanca
Ayer, cuando regresaba a Mallorca después de apenas día y medio de intensas emociones vividas en el recién nacido festival noir Gata Negra, en Moraleja (Cáceres), me conmovía el recuerdo no solo de la belleza singular del pueblo, sino también el amor a la lectura de sus seis mil habitantes. Porque si no los seis mil, buena parte de ellos llevaba lanzándose a la orilla del río Árrago desde el primer día de su puesta en marcha, no para liberarse del calor sofocante de la mañana sino para acudir a las mil y una citas de un programa elaborado, con inmenso amor, por el escritor Luis Rosso, en el auditorio del parque fluvial Feliciano Vegas. Más de treinta escritores, acompañados por algunos músicos y dirigidos por los organizadores, técnicos y azafatas, no como tú está voy a coger el vuelo que tú no tienes vale protagonizamos las distintas presentaciones, mesas redondas y otras actividades, que contaron con la extraordinaria respuesta de los habitantes de este pueblo escondido en la Sierra de Gata. Ni el sorprendente frío de la última noche fue capaz de dejarlos en casa y muchos de ellos aguantaron hasta el comienzo de la madrugada, zarandeados por un viento poderoso, que desapareció, milagrosamente, a la mañana siguiente, en el último desayuno con lectores. Cuando me dicen que España no lee, que las series han desvanecido las ganas de ese ejercicio íntimo e inigualable que supone el viaje por las historias escritas, siempre respondo que, recorrer España, festival a festival, hace pensar lo contrario. Solo el propio género negro, a partir de ese primer y siempre celebrado festival nacido en Gijón, hace más de treinta años, bajo el nombre de Semana Negra lo demostraría; pero es que tras él, con el correr de los tiempos, se han multiplicado tanto las citas en toda nuestra geografía, que casi es imposible señalar alguna parte de todo el territorio español que no cuente con su particular encuentro. Salamanca, por supuesto, ya lo saben, tiene su Congreso de Novela y Cine Negro, comisariado por ese par de “Sospechosos habituales” más que eruditos, que lo pilotan y enriquecen “A bocajarro” desde la propia universidad y que no son otros que Javier Sánchez Zapatero y Álex Martín Escribá. Y eso en lo que al género negro respecta. Porque, además, existen toda suerte de eventos relacionados con las letras, en todas sus vertientes y modalidades de todos los géneros casi en cada rincón de España. Y si alguno quedaba sin la visita de los escritores, Maribel Medina ya se ha encargado de ponerle remedio con esa maravillosa iniciativa llamada “Mi pueblo lee” con la que se va a recorrer hasta la población más minúscula de nuestro país. Así que, digan lo que digan las cifras e informes, yo solo puedo creer con firmeza que España lee, que disfruta con la cultura y que hasta es capaz de dejar constancia de ello arropándola con la disciplina indispensable y a veces antipática consustancial a los tiempos de pandemia. En ellos también y quizás con mayor motivo la lectura y la cultura salen victoriosas, porque leer es vivir dos veces y la cultura nuestra seña de identidad.
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