Publicado en el suplemento de salud de La Razón
Dr. Guillermo Alvarez Calatayud, gastroenterólogo pediátrico del Hospital Gregorio Marañón de Madrid y Presidente de la Sociedad Española de Microbiota, Probióticos y Prebióticos.
La infección por el coronavirus (COVID-19) suele presentar síntomas parecidos a los de una gripe con fiebre, tos seca, disnea, dolores musculares y fatiga. En las primeras publicaciones científicas chinas (donde se originó la enfermedad) los casos con síntomas digestivos eran escasos (menos del 5%) que contrastaba con las series de los países occidentales como España donde aparecían con más frecuencia, sobre todo en los niños.
Es probable que muchos de los síntomas gastrointestinales como la diarrea, los vómitos o el dolor abdominal, estén ocasionados por la acción directa del virus sobre la mucosa intestinal como ocurre en otras infecciones víricas, pero también puede ser debido a los fármacos antivirales o antiinfecciosos que se emplean en su tratamiento. Esto puede provocar un desequilibrio en el ecosistema microbiano intestinal con una disminución considerable del número de bacterias intestinales beneficiosas.
Aunque al principio se dio más importancia a los síntomas respiratorios, muchos pacientes se quejaban de síntomas digestivos leves, especialmente la diarrea que seguramente no fueron recogidos porque generalmente se presentaron antes que la fiebre. De ahí, que las primeras estadísticas se recogieran tan pocos casos. Actualmente, aproximadamente la mitad de los pacientes sí los presentan. Sí se ha observado que según se va agravando la enfermedad estos síntomas son más frecuentes. De hecho, la cuarta parte sólo tienen síntomas digestivos y la enfermedad suele ser más grave.
Es muchos pacientes con infección por COVID-19 se ha logrado aislar el virus en heces (entre 20-50%) aunque no todos con síntomas gastrointestinales por lo que no parece que tenga una buena correlación. Incluso se han detectado cuando el diagnóstico de las pruebas nasofaríngeas, la clásica PCR, ya se habíannegativizado. Esto tendría importancia por la posible trasmisión fecal-oral del virus (además de la conocida respiratoria) entre el alto porcentaje de pacientes que se cree que son asintomáticos (hasta un 80%) y que podrían transmitir la enfermedad por esta vía, por lo que el lavado de manos es fundamental como medida preventiva.
Todavía no está muy claro porqué el COVID-19 produce síntomas gastrointestinales. A
La interacción que el ser humano tiene con la microbiota intestinal
En la actualidad no hay todavía estudios que nos puedan confirmar que los probióticos puedan ser útiles en estos pacientes. Sí estamos seguros de su probable efecto preventivo. Muchos medicamentos, además de los antibióticos, como el omeprazol o los antiinflamatorios, alteran nue
Aunque la mayoría de las evidencias científicas de la eficacia de los probióticos se presentan en el tracto digestivo, sabemos que hay cepas específicas que parecen conferir un notable grado de protección frente a ciertos virus respiratorios en niños (como el virus sincitial) lo que podría mantener a raya a las bacterias que causan infecciones secundarias, además de mejorar la inmunidad y los mecanismos de barrera en las mucosas respiratorias.
No tiene porqué ser lo habitual,debiéndose, muchas veces, a los efectos secundarios de los fármacos. Aunque, en esta enfermedad, al tratarse de un virus tan agresivo seguramente afecte de una manera importante a la inmunidad del organismo provocando alteraciones en muchas partes del cuerpo como el aparato respiratorio, el tracto gastrointestinal, la coagulación de la sangre, la piel, etc.
Los probióticos los podemos encontrar, habitualmente, en los yogures y leches fermentadas (sobre todo, los reforzados) pero, sobre todo, en preparados comerciales que se venden en las farmacias. Su acción es la de mejorar nuestra microbiota