Reseña publicada en Bookeando con Mª Ángeles
A menos de cinco centímetros fue la primera entrega de esta serie de novela negra protagonizada por el antiguo corresponsal de guerra Antonio Roures, ahora convertido en detective privado. La mala suerte, la segunda de la saga, vino a demostrar que esta autora en esto del género negro se mueve como pez en el agua y me fidelizó totalmente con la serie. La chica que no supiste amar es la última novela publicada y de la que os vengo a hablar hoy. Si bien son títulos independientes y tramas que nada tienen que ver entre sí, sí que hay un protagonista cuyas vivencias personales iremos conociendo a través de las sucesivas entregas, por lo que os recomiendo leer en orden.
La chica a la que no supiste amar comienza fuerte. En un club de alterne, una joven prostituta, a la que le han extirpado los pechos, es asesinada de un tiro. En otro hilo, Alberto Llorens, un antiguo compañero de Roures, se persona una noche en el portal de este para para pedirle ayuda en un asunto bastante turbio: al parecer, Llorens, casado con la hija de un importante empresario castellonense, está atemorizado por ciertas amenazas recibidas y relacionadas con el vudú. Y es que el buen señor, por decir algo, no solo se ha dedicado en los últimos tiempos a frecuentar prostíbulos, sino que además se ha encaprichado con una chica nigeriana del Cocoa, el club más famoso de Castellón, a la que han asesinado tras extirparle los pechos como consecuencia de un cáncer de mama.
Aunque penséis que os he contado mucho, este no es más que el punto de partida de una historia muy oscura que sirve a la autora para poner sobre el mantel una de las lacras más complejas de erradicar en este y otros tantos países: la trata de mujeres con fines de explotación sexual. Concretamente, vamos a conocer el drama de las mujeres nigerianas. Y aunque la trata de mujeres es un tema de sobra abordado en literatura, la procedencia de las chicas, y todo aquello relacionado con las deudas que adquieren y las presiones a las que se ven sometidas por parte de los proxenetas está muy bien abordado en la historia, dando a conocer con total claridad el funcionamiento de la red desde el origen al destino, pero sin restar un ápice de agilidad a una novela que engulles casi sin darte cuenta y cuyos escenarios principales son Castellón y Madrid.
La prosa cuidada de la autora, esa forma de conjugar temas de actualidad con intrahistorias personales muy veraces, de moverse entre el presente y el pasado para darnos a conocer mejor a Roures, aderezarlo con grandes dosis de música, un personaje con mucho carisma, y esa aparente ligereza con la que uno se va empapando de una trama que, como en ocasiones anteriores, se ve enriquecida por otra serie de subtramas que la integran y la dotan de muchísimo jugo son las bazas que funcionan tan bien a Marta Robles, atrapándote por completo con cada nueva entrega.
El alma de la novela, o el hilo conductor de la trama es sin duda el detective Roures, un sexagenario curtido en mil batallas que, aun aparentando ser inmune a todo, no está exento de altibajos personales. Y a mí me gusta cada vez más ese Roures de las mil caras: el cínico, el jocoso, incluso el vulnerable. De los demás creo que es mejor decir poco o nada y que sea el lector el que escarbe a golpe de página en sus vidas.
Adicciones, proxenetismo, vudú, prostitución, infidelidades, ansias de poder y mucho más se darán la mano en La chica a la que no supiste amar; una novela de ritmo endiablado que, sin embargo, deja poso para muchas reflexiones. Os animo sin dudarlo a seguir esta saga, os va a encantar. Y yo, que pensaba que estaba ante una trilogía, creo que tendremos Roures para rato.
Back to Blog