Publicado en La Razón
La reaparición de los padres de Gabriel nos ha hecho volver a sentir su dolor como nuestro. En sus ojos empañados hemos reconocido esa angustia que tememos más que a ninguna y que siempre tiene que ver con los sufrimientos que les puedan corresponder a nuestros hijos. Más allá de la devastación de Ángel y Patricia tras el asesinato de su “pescaíto”, queda aquella tortura de doce días completos conviviendo con quien ya sospechaban que era la mala de la película. La la madre, destrozada, la bautizó como “la bruja” y así la consideramos todos al saber cuánto nos había engañado llorando a moco tendido y abrazando a cada rato al padre del niño que ella misma había matado. Tras tanta ignominia, Ángel y Patricia quisieron alejarse de los focos cuando la culpable estuvo ya tras los barrotes. Esta semana , antes de la primera vista oral de la acusada, decidieron volver a alzar la voz, conteniendo las lágrimas en la mirada, para exigir que se revise el posible historial asesino previo de Ana Julia Quezada y para que a nadie le quede duda que ellos la quieren en prisión permanente revisable. Juntos y con un único discurso, han pedido a los medios que sean cuidadosos y no publiquen nada que pueda perjudicar o incluso anular el juicio contra la acusada, y han respondido a las preguntas curiosas de los micrófonos de toda España respecto a ellos mismos. Así hemos descubierto que Patricia tuvo que mudarse a otra vivienda y que no ha sido capaz de retomar su vida profesional. Y también que ambos siguen con asistencia psicológica para sobrellevar esa ausencia de Gabriel, que nos duele a todos.
Back to Blog