Publicado en La Gaceta de Salamanca
El caso de Pilar Baeza, la candidata a la alcaldía de Ávila, me tiene en un sinvivir. No hago más que mirar en mi interior para reconocer mis propios valores y principios. Por una parte no puedo dejar de asumir que pasar por la cárcel no debería conllevar que, una vez cumplida la pena, la persona, supuestamente rehabilitada, no tuviera opción a cualquier cargo, de cualquier tipo y responsabilidad, incluida la pública. Pero me surgen infinidad de dudas. La primera es que, si una persona es castigada a 30 años y cumple siete ¿es porque se ha rehabilitado antes de lo que suponía que podría hacerlo o porque algo ha fallado en el sistema y vuelve a la libertad casi sin castigo y arrepentimiento ?
Más allá de esa cuestión, me inquieta también en este caso concreto, que tanto Baeza como el autor material del crimen que ella indujo fueron los protagonistas, en su día, de un reportaje en Interviú, en el que seguían sosteniendo la culpabilidad de violación de su víctima. Y con esa declaración, desestimada por la justicia, además de acabar con la vida de ese hombre, convirtieron la de su familia, en un auténtico infierno de sospechas. Esa actitud, sumada a la de que, ahora, en cuanto el pasado de la candidata ha salido a relucir –era inevitable en los tiempos de Internet-, ella misma ha vuelto hablar de la violación que no existe en la sentencia, y encima a decir que el recelo de la sociedad tiene que ver con su condición de mujer, me ha producido una auténtica conmoción. Si el caso está juzgado y se cumplió la condena y se devolvió a los culpables a la sociedad, es que ambos reconocieron lo que decía la Justicia. Si se empeñan en lo que, decididamente nunca tuvo lugar para el tribunal, son ellos quienes condenan a un muerto que, desde luego, no tiene capacidad de rehabilitar su buen nombre. Así como creo que, por más que nos escueza, sin poder evitarlo, cualquier persona que haya cumplido su condena puede postularse en política, me parece que sin el arrepentimiento debido por el crimen y faltando a la verdad no se debería ni soñar con un cargo de representación de los ciudadanos. Por otra parte, hay algo que se me escapa, ¿cómo es posible que por una desavenencia con Hacienda que conllevó una multa, pagada correspondientemente, el ministro Huerta tuviera que renunciar a su cargo y que Baeza, sin embargo, pretenda que no se le revise el Curriculum para ser alcaldesa de su ciudad?