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Encuentro con Marta robles y «A menos de cinco centímetros»

Fuente:  Blog «Que el sueño me alcance leyendo»

Una de las mejores cosas que da el relacionarse con el mundo de los libros y estar en un club de lectura es que te da la ocasión de conocer a autores de cerca. Así puedes escuchar los matices de su voz cuando te hablan de su obra, conocer de primera mano las dificultades y alegrías que tuvieron al escribirla, ser cómplice de los pequeños secretos que esconden algunas páginas. Y muchas de estas cosas son las que compartimos con la periodista y escritora Marta Robles en nuestra sede habitual, el Café de Oriente, cuando nos acompañó hace pocas fechas. A pesar de que arrastraba un incómodo catarro, nos mostró su mejor humor y se prestó a todas las preguntas que quisimos hacerle, además de compatir con nosotros anécdotas de todo tipo. La tarde se nos hizo muy corta. Y aquí está la crónica de ese encuentro.

 Casi era obligado preguntarle cómo se lanzó a escribir una novela negra como es A menos de cinco centímetros. Nos confesó que era un género latente en ella desde pequeña. Ya en el colegío escribía redacciones muy sangrientas, lo que provocaba que las monjas se quedasen muy impactadas . «Se preguntaban ¿pero qué le pasa a esta niña?» nos contaba entre risas. «En aquella época no había psicólogos en los colegios ni nada parecido, así que o bien llamaban a mis padres o me preguntaban si me pasaba algo, si tenía algún problema. El único problema era que leía a autores como Poe y cogí la costumbre de incorporar sangre», remató con buen humor.

 Antes de A menos de cinco centímetros ya tenía publicados bastantes libros. Empezó a publicar en 1991 y su primer libro fue una biografía de Pedro J. Ramírez al estilo de las que se publicaban en Estados Unidos, que pretendían retratar a personas que ya eran muy exitosas a los 40 años. Tenía que escribir la biografía en primera persona y ella se encargó de hacerlo después de recopilar toda la información. Con ese libro, El mundo en mis manos, vivió su primera Feria del Libro de Madrid. Y también una anécdota que suele contar. «Llegó una señora y le dio el libro a Pedro J., ya que firmábamos los dos juntos, para que se lo dedicase. Y cuando yo ya esperaba que me lo diese para firmarlo, me lo pasó diciendo ‘¿Me lo envuelves, bonita?’. Eso me sirvió para volver a poner los pies en el suelo».

 Lo siguiente fue una biografía de Carmen Romero y después Los elegidos de la fortuna, hasta que llegó a la ficción con Las once caras de María Lisboa que no tiene nada que ver con lo que escribe ahora pero que sí contiene una carga dramática muy intensa. La novela partía de la idea de que todas las mujeres, en realidad, somos iguales. Podemos ser rubias, morenas, altas, bajas, pelirrojas… pero todo depende de dónde hayamos nacido y, sobre todo, de las personas de las que nos enamoramos. Diario de una cuarentona embarazada fue el primer libro que realmente habló sobre el tema del embarazo a cierta edad, que tantas páginas ha dado luego. Mucha gente llegó a pensar que era una guía del embarazo y realmente se trataba de una novela. Novela en la que la protagonista no tenía nombre para que cualquiera que la leyera pudiera sentirse identificada con ella.

En Luisa y los espejos, que obtuvo el Premio Fernando Lara en 2013, sin ser una novela negra, sí que introdujo un punto de thriller y un final controvertido que dio mucho que hablar. Marta nos aseguró que le gustan este tipo de controversias y que le divierte que todo el mundo discuta sobre el final o hable de él, porque es señal de que no ha dejado indiferente a nadie. Esta novela fue como un primer paso, pero deseaba estrenarse con la novela negra, aunque también quería esperar el momento justo para encontrar la historia y que ella también estuviese en su mejor momento como escritora «para abandonar todos los lirismos y el exceso de adjetivación»Buscaba encontrar una prosa lo más adecuada posible al desarrollo de la historia, para estructurarla de forma coherente y no defraudar. Cuando tuvo todo el armazón se puso a escribir y contó con la ayuda de amigos y escritores como Arturo Pérez Reverte, que le dieron su parecer sobre diferentes aspectos de la trama.

«Hay algo fundamental cuando escribes: no puedes pensar sólo en lo que van a opinar los lectores», nos aseguró. Habría escenas que no se escribirían jamás («esto lo va a leer mi madre», por ejemplo) y otras veces nos sentiríamos muy influídos para contar según qué cosas. Ella tuvo la suerte de que su editor no cambió nada, en la editorial les entusiasmó la novela. «Yo no concibo las novelas negras simplemente como que hay que descubrir al asesino», explicaba. «Por un lado está la novela policiaca , la novela de piececitas, de puzle, en las que tú le vas dando piezas al lector para que él las vaya colocando y termine ese puzle. Y una vez acabado resulta que el culpable no es quien se ha pensado o tenía poco que ver con lo que se ha contado en la novela», argumentaba Marta. «Pero en el caso de la novela negra no se está juzgando al asesino, se está juzgando a la sociedad: de la mano del detective, del policía, o de quien esté investigando tú vas sintiendo las mismas sensaciones y vives las mismas situaciones que él hasta que llegas a un momento tan desgarrador que es difícil enderezarlo. Ese es el germen de la novela negra»

Al escribir A menos de cinco centímetros Marta quiso hacer una novela negra sin etiquetas y traspasando muchos límites. Aseguró que conoce muy bien las reglas de la novela negra «pero como autora también sé cuándo y cómo me las quiero saltar, lo que quiero hacer con el material que tengo». Respecto a la abundancia de menciones a marcas de lujo en la novela, nos explicó que ha tenido algunas críticas sobre ello pero también una gran aceptación. La explicación a las marcas es que ella quería hablar de dos mundos radicalmente distintos y uno de ellos era una jaula de oro, el de Misia. Por eso las constantes referencias al mundo del lujo y a las diferencias que en ese mundo pueden existir. «Si ahora aparece un tipo en un Ferrari amarillo y otro en un Jaguar verde, podemos pensar que el primero es un nuevo rico con ganas de aparentar». A Misia es como si se la hubiese obligado a llevar encima las marcas, están incorporadas a su vida y Marta tenía muy claro que quería que se viese eso exactamente. «Es algo que también está muy presente en otras novelas como American Psycho y lo que buscaba es que al principio se viesen pero que luego ya no fuesen necesarias, por eso van desapareciendo a lo largo de la novela. Si hoy volviese a escribir el libro posiblemente quitaría algunas pero no porque a mí me molesten o por lo que se haya podido decir sino porque creo que yo misma condiciono que se vean de cierta manera». Ocurre lo mismo con las descripciones de los hoteles y restaurantes y los detalles tan exquisitos que a veces los adornan: pretendía hacer una crítica social muy concreta del ambiente en que se mueve Artigas.

Esos hoteles y los lugares que describe suelen ser sitios que ella conoce. Y si no es en primera persona, busca a alguien que los conozca bien y le facilite datos o fotografías de ellos para sentir que los conoce. Nos habló con detalle de lo mucho que trabajó los perfiles psicológicos de los personajes para que el lector sepa en todo momento cómo viven, cómo sienten, cómo huelen, cómo son. Y desde luego, ha tratado de que todos los lugares en los que ellos están el lector pueda verlos también. Para las escenas más duras, las de la guerra en África, contó con la ayuda tanto de Arturo Pérez Reverte como de Jon Sistiaga y de Alfonso Rojo. Fue Jon Sistiaga quien le dio la clave de la escena más brutal de la novela: «lo peor que te puede pasar en la guerra es que le falles a un amigo».

El nombre de Toni Roures (Robles es Roures en catalán y Carvalho en gallego) lo puso como homenaje a Manuel Vázquez Montalbán. Y de hecho nos avanzó que ya tiene en mente una segunda novela con él de protagonista. Respecto al sexo que contiene la novela, que es bastante y muy explícito, dejó claro que no la convierte en una novela erótica en absoluto. El sexo que se describe en muchas escenas con detalle es un sexo duro, vacío de amor, un sexo de infidelidad que tiene connotaciones de muchos tipos, pero no es erótico. «Las escenas están descritas desde una perspectiva muy particular, la mía. Fui eligiendo las palabras para que no hubiese ni una sola malsonante». Además Marta insistó en que quiso que en esas escenas tanto hombres como mujeres se reconocieran. Durante muchos años han sido los hombres los que han escrito estas escenas describiendo lo que creían que sentían las mujeres. Últimamente «han tenido que ponerse las pilas porque ahora las mujeres lo pueden contar en primera persona». Quiso dejar claro que, a pesar de las etiquetas y el márketing, la suya no es una novela erótica porque «no se trata de pillar un calentón al leerla, sino que el sexo es parte de la propia novela»

En A menos de cinco centímetros está presente en todo momento  la conveniencia o no de decir la verdad y el espíritu de Las amistades peligrosas de Chanderlos de Laclos porque actualmente las relaciones peligrosas están por todas partes. De ahí ese sube y baja de cinismo en el que todo vale para ver hasta dónde se aguanta. «Es una especie de juego de floretes» afirmó. Esta convencida de que con los malos personajes, con los malvados, es como se hace buena literatura. Las grandes historias cuentan con grandes malvados. Además está convencida de que leer  sobre personas que se ven sometidas a experiencias duras o límites también sirve para aprender. «Quería que los lectores reflexionasen sobre lo cómplices que podemos llegar a ser en determinadas cuestiones que siguen estando ahí, como los matrimonios de conveniencia». Realmente su intención era que de cada tema que ella hablaba en la novela se sacase una reflexión.

Como veis, la conversación dio para mucho. Y sirvió para poner sobre la mesa todas las dudas y opiniones que teníamos sobre A menos de cinco centímetros, una novela que no puedo dejar de recomendar porque es mucho más de lo que parece, mucho más que las etiquetas que le han colocado. Hay en ella una gran crítica social, reconocibles paisajes madrileños, periodismo,  música, guerras oscuras y terribles, organizaciones que actúan en la sombra, temas sangrantes como la trata de mujeres. Merece la pena dejarse seducir por esos cinco centímetros e ir acortando las distancias.

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