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Siempre alerta

Adoramos a nuestros hijos. Los queremos por encima de todo y haríamos cualquier cosa por ellos; por eso, como no podemos dedicarles todo el tiempo que nos gustaría fuera de las vacaciones, solemos colocarlos en mil y una actividades para paliar nuestras ausencias. “No estamos”- nos decimos- “pero ellos quedan en buenas manos”. Y eso que a veces los entregamos en gimnasios, academias o cualquier otro tipo de centros, de los que desconocemos las credenciales de los responsables. No es que eso tampoco suponga ninguna garantía porque, desgraciadamente, son demasiados los casos en los que son conocidos de toda confianza los que abusan de los niños; pero quizás ayudaría, como también que dedicáramos algo de tiempo a preguntar y a escuchar a nuestros hijos. Así, tal vez, evitaríamos que las historias más vergonzosas y dañinas para los menores se repitieran una y otra vez. Como muestra, la del último supuesto abusador señalado en nuestras fronteras, el de Fuerteventura. Uno más que, posiblemente, lleve años cometiendo fechorías sin delatar hasta recibir las denuncias de abuso de al menos nueve menores de entre siete y nueve años, a las que han seguido las de otros ocho más, que también pertenecieron al conjunto musical infantil de batucada que él dirigía en Puerto del Rosario. No se sabe qué puede esconderse tras la cara amable de cualquier hombre o mujer. Las torturas y las miserias se protegen con uñas y dientes. Por eso la presunción de inocencia no sirve para quienes rodean a nuestros hijos y los padres, sin volvernos locos ni acusar a destiempo, debemos contemplar que los pederastas suelen ser personas que están en el entorno de los niños y mostrarnos siempre alerta.

La Razón

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