Me escribe una amiga para contarme que ha recibido una notificación de una supuesta infracción suya por la que le quieren cobrar 200 euros y quitarle tres puntos del carnet. Al parecer según el agente que la denunció, mi amiga estaba utilizando un “dispositivo móvil”.Ella, que tiene un “sin manos” en su vehículo y que no cree haber cometido infracción alguna, ha decidido recurrir; pero mucho se teme que la suerte esté echada, porque, según parece, es su palabra contra la del agente y se ve que la del agente vale por dos, sobre todo, digo yo, en estos tiempos en los que, desde las alturas, están tan ávidos de recaudar como sea. El agente en cuestión no ofrece “pruebas del delito”. No hay foto que acredite la mala actuación de mi amiga, ni tampoco la correspondiente firma y, por tanto, reconocimiento de la infracción porque, según señala el funcionario, “había mucho tráfico y eso le impidió poder entregarle la multa a la infractora”. Mi amiga, indignada, me ha pedido que chille por ella en esta columna. Que diga que se siente indefensa. Que solo con que un agente diga que la ha visto hacer tal o cual cosa, va a quedar registrado (y sancionado) lo que supuestamente hizo, por mucho que no lo hiciera, que no fuera ella, o que el agente se haya equivocado. Y yo chillo aquí, bien alto, por si vale de algo. Aunque no lo creo porque ¡es tan difícil regular las actuaciones de la autoridad con los ciudadanos! Todo el mundo tiene que probar su verdad, menos los agentes. Y parece lógico, porque ellos son los defensores de la Paz y el Orden…Pero ¿y si se confunden y perjudican a un inocente? La presunción de inocencia es uno de nuestros derechos más característicos. ¿Dejamos de ser inocentes porque un agente nos apunte con el dedo, sin siquiera amonestarnos? Algo falla en este sistema. Sobre todo porque, en ocasiones, ni siquiera se recibe la notificación de los puntos perdidos y hay quien acaba conduciendo sin ellos y sin saber que lo hace. Será porque algo ha hecho mal, no lo dudo, ¡pero, hombre, que se lo digan! Es mucho más sensato que esperar a que todo el mundo ande revisando cada día el estado de los puntos de su carnet a través de Internet. Y “el desconocimiento de la Ley no exime de su cumplimiento” pero si uno no se sabe incumplidor, difícilmente podrá corregir sus errores.
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