Hoy recomiendo un local para todos los gustos y casi todos los bolsillos. Porque, ¿a quien no le gusta el pan con sabrosos contenidos? El que esté libre de pecado que tire la primera piedra y se aleje del Lunch Box & Tiki Room; pero casi será el primero, porque quien entra en este universo del bocata no se resiste a probar tan exquisito manjar en un ambiente desenfadado informal y divertido que, habitualmente, prefiere la gente más joven. Lo más original de Lunch Box & Tiki Room no es que apueste por los bocadillos gourmet como estrella de su carta. En los últimos años el ritmo de vida desenfrenado de la mayoría de los mortales ha convertido a esa ‘pseudocomida’ despreciada por nuestras abuelas en todo un manjar para nuestros sentidos. Lo realmente llamativo y divertido es todo lo que rodea a estos bocados de autor. Su decoración, que nos propone un viaje al típico dinner americano de los años cincuenta con ciertas influencias de los tiki rooms: bares de influencia polinesia que se pusieron de moda en los Estados Unidos al término de la II Guerra Mundial. Un paisaje ecléctico y desenfadado en el que no faltan los típicos sofás en sky azul, murales de inspiración hawaiana y música que va del rock al soul, pasando por el surf.
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