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Casa Perico

Regresar a Casa Perico sigue constituyendo, para mí, uno de esos inolvidables placeres en los que se mezcla lo gastronómico con lo cultural. El local, en la mismísima calle de la Ballesta, antes intransitable y ahora tras la remodelación del barrio algo más hospitalaria, guarda muchos tesoros culinarios, pero también el sabor del mundo periodístico, literario y artístico a cuyos protagonistas siempre se ha acogido -como al resto de la clientela, por otra parte- de mil amores. En mis tiempos de la Cadena Ser, fui muchas veces con el inolvidable Eduardo Haro Tecglen, Javier Rioyo, ahora director del Instituto Cervantes de Nueva York o mi por entonces gran amigo Carlos Boyero. Nos acercábamos a ver a Perico y a degustar su tradicionalísima cocina, digna de cualquier madre (Carlos Herrera le facilitó al dueño la receta de las croquetas de la suya) e incluso a tomarnos un cava «Don Pericón» de los que guarda en su bodega secreta. En casa Perico, además de los sensacionales platos de cuchara que se ofrecen cada día, destaca su mítica ensaladilla (que dejó extasiada a mi buena amiga Mabel Lozano) o las albóndigas a la andaluza, que están exquisitas como también las verduritas cocinadas o la lechuga, que sabe de verdad a lechuga.

Lee el artículo completo en El Blog de La Guía del Ocio

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