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Contra la ablación

Ayer fue el día internacional contra la ablación, un día el que recordamos que, cada año, hay dos millones de niñas a las que se les amputan sus órganos genitales, concretamente sus clítoris y sus labios menores, generalmente con una cuchilla de afeitar y sin anestesia, y luego se les cose con hilo de pescar. El motivo de esta práctica salvaje es que no se quiere que las mujeres sientan placer. Es la manera de tenerlas más controladas. Y por mucho que desde algunas organizaciones se pretenda insistir en que se trata de una una práctica cultural, lo cierto es que, en nuestros días, es una práctica fundamentalmente religiosa, concretamente musulmana. Es cierto que hay países de tal confesión en los que no se ejecuta, pero, en la actualidad en todos los lugares en los que se lleva a cabo, se debe a que profesan tal religión. Y lo mismo sucede, como se sabe, con la lapidación por adulterio. Por fortuna, en nuestro país no ocurren estas cosas. No se lapida y no se realizan ablaciones… Es decir, se realizan, al margen de la ley. Son muchas las niñas de religión musulmana que son llevadas por sus padres fuera del país para ser sometidas a tal barbarie; y hay unas cuantas a las que, fuera de la legalidad, de la sanidad y del conocimiento de cualquier persona de bien, se realizan clandestinamente.

Lee el artículo completo en La Gaceta de Salamanca.

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