…Y de primavera. Los pies a partir de la primera tibieza del aire se convierten en el centro de atención de todas las miradas.
Se escapan por las sandalias y los zuecos y hasta se asoman por las audaces botas veraniegas abiertas por el frente o los laterales. Por eso, es imprescindible mirárselos con detenimiento, aunque estén tan abajo que a veces los olvidemos, y convertirlos en objeto de deseo, a través de las manicuras más exigentes: se impone la visita al podólogo si existe algún problema fuera de los normales y, si no, es obligatorio ablandar las durezas, suavizarlos con los peelings profesionales y recurrir a los distintos tipos de esmaltes que van desde los tradicionales a esos otros que nos ofrecen en algunos centros especializados y que duran quince días.
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