«Estamos mucho mejor en el deporte que en el arte»
– Escultor –
–Tiene más cuerpo de deportista que de artista, ¿es imprescindible para ser escultor de obras gigantescas?
–Viene bastante bien estar lo más fuerte posible, porque somos tan ingenuos, que creemos que podemos tirar de pesos, empujar placas… En el taller perdemos la conciencia de que estamos limitados. Entonces, mejor hacer deporte.
–¿Y no tendrá que ver con que, de tanto reproducir cuerpos perfectos, siente la necesidad de que el suyo lo sea?
–No, yo no reproduzco cuerpos perfectos. A mí me parece que son perfectos muchos de los cuerpos, que es distinto.
–¿Y con qué deportes consigue esa «perfección» del suyo?
–No hago ninguno en especial, pero me gusta el remo porque da la sensación de que te escapas.
–¿Le gusta el fútbol como al común de los mortales o el arte está reñido con los deportes de masas?
–Bueno, pienso que los buenos deportistas y los buenos futbolistas son habilidosos.
–Pero, ¿tiene equipo?
–No, me gustan los que me quedan más cerca, si es el Madrid, el Madrid… En general me gusta el que juegue mejor. Y luego, tengo cierta morbosa tendencia a que gane el débil.
–Una se imagina a los artistas trabajando en solitario: pensando, creando, reflexionando… Pero para hacer las esculturas del tamaño que usted las hace debe necesitarse un buen equipo e incluso algo de Red Bull, ¿no?
–Bueno, dándote la vuelta, en general, cuando trabajo y trabajo bien, pienso poco. Y en cuanto al Red Bull, sé que es malísimo, pero funciona.
–¿Se concentra el artista antes del proceso creativo como el futbolista antes de un partido?
–No tengo ni idea de si los futbolistas se concentran antes de los partidos. Yo procuro dispersarme lo más posible.
–¿Existen entrenadores en el mundo del arte?
–Hay más bien referentes. En mi caso el mundo clásico, el Renacimiento, Miguel Ángel y Leonardo, Rodin… y luego muchísimos, pero no tan importantes.
–Es epatante su currículo, pero hace más obra pública que obra privada. ¿Necesita muchos hinchas o es simplemente que sus obras no están al alcance de los ciudadanos individuales?
–No, necesito mucho espacio, necesito hacer cosas muy grandes. Es algo infantil. Porque me impresionaban de joven las pirámides, las efigies y los colosos.
–Ha esculpido al Rey, a Severo Ochoa, a Cela, a Goya… ¿Sólo con grandes personajes se llega a la Primera División del arte?
–No, pero me ha servido para poder tratar con ellos y eso es muy importante para mí.
–Pues grandes escritores como Cela o Vargas Llosa le han puesto palabras a sus obras. ¿Se siente un galáctico de la escultura?
–No, no… (se ríe).
–Hay quien dice que en nuestro país hay más subvenciones para el deporte que para el arte, porque ahora hay más deportistas españoles campeones del mundo que artistas que jueguen en la «Champions».
–Tienes razón. Es verdad. Estamos mucho mejor en el mundo del deporte que en el del arte.
–¿Con qué artista español compararía a Alonso o a Nadal?
–No tenemos que competir con nadie. Ni tenemos que agradar ni tenemos que tener un público numeroso: somos otra cosa.
–¿Quién podríamos decir que resultará tan trascendente en el arte como Alonso en el deporte?
–Barceló es el artista que tiene un referente más claro en el mundo. Pero aquí no hay primeras divisiones, no se compite, no se corre más que los demás, ni mucho menos. Es una cosa distinta, es mucho más coyuntural. Imagínate que el piloto que ganara el Mundial no fuera el que ganara más puntos, ni el que llegara antes, sino una mezcla entre el que es más atractivo, el que derrapa menos, el que consume menos gasolina, el que llega más lejos y tiene más amigos. Eso está más próximo al arte que la competitividad deportiva.
–Algunos deportistas trascienden por su grandeza. ¿El artista siempre quiere trascender?
–Sí, lo único importante que deja es la obra.