Se, como los sabios ancianos de Soria cuya conversación navega por Internet dando muestras de sentido común previo a la crisis, que hemos gastado demasiado, que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y que hemos contraído deudas sin preguntarnos si en un futuro cercano podríamos realmente afrontarlas. Se que nos hemos dejado llevar por un estado de optimismo colectivo, que nos hacía creer que los tiempos de bonanza no acabarían nunca y que hemos caído sin remedio, como incautas moscas, en las tan atractivas como pegajosas telas de araña de los bancos. Se que lo hemos hecho mal, muy mal?, pero el castigo del desahucio me parece excesivo. Si algo queda de solidaridad en esta sociedad maltrecha y vapuleada por la crisis, que parece apagar los corazones, no habrá una sola voz que se alce en contra de esa paralización de los desahucios de dos años en los casos extremos, en los casos que concurran circunstancias de extrema necesidad, por parte de la banca.

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